“Quiero hacer música debajo del agua” – Abril de 2007
Viviste en varias casas de Palermo. Contame un recuerdo que conserves de cada una…
Bueno, mi casa actual está en Palermo, pero en Palermo Shopping…(risas). Mi primera casa en Palermo estaba en Darregueyra y Paraguay: ahí vivía con mi familia. Una vez fui con mi primo al Rosedal y pescamos unos pescaditos, no sé si hay ahora, pero en esa época había y los pescamos…
¿Con una red?
No, con una lata. Era pesca industrial (risas), y los llevamos a mi casa, los puse en la bañadera, les tiré sal de fruta Eno y explotaron. Había una baranda infernal… Después, con mi primo, los sacamos de la bañadera y los tiramos en la calle Darregueyra y los vecinos nos querían matar porque no se podía respirar en todo el barrio… Y luego vino la casa que recuerdo con más cariño, que es la que se ve en la contratapa del disco Vida, en Vidt 1955, 9° B. De esa zona recuerdo la Pizzería San Martín, donde fui descubierto por Pierre Bayona; el hotel alojamiento, que todavía existe, donde termina la calle, y un incidente que tuve con un tipo que todos los días me gastaba en la esquina de Vidt y Güemes […].
¿Qué se hizo de tu disco? ¿No estaba terminado?
Kill Gil ya se masterizó, lo cual quiere decir que está “terminado”, pero al poder inyectarlo de nuevo en mi grabador, continuó… Se podría decir que es High Low Fidelity, porque se mezcló en Nueva York y ahora vuelve al lugar donde se generó, que es mi portaestudio. Lo llamé a Andrew [Loog Oldham, el productor del disco] para saber qué pensaba de eso, y me dijo que las pinceladas de talento siempre son bienvenidas, así que le cambié la introducción, lo estoy perfeccionando. Un escritor revisa sus cosas todos los días; cuando lo hace un músico, dicen que está “sobre¬producido”. El lado oscuro de la Luna, de Pink Floyd; Adiós camino de ladrillo amarillo, de Elton John; Sgt. Pepper’s, de los Beatles, son discos acusados de estar “sobreproducidos”. Ahora, digamos, la técnica digital borra un montón de ruidos, pero borra también otras cosas. Jimi Hendrix decía que la música es lo que hay entre las notas, y eso se borra con el CD. Por suerte ahora encontré una persona que se llama María Eva [Albistur], que me ayuda a soportar el Pro Tools… Por eso también lleva tanto tiempo hacer mi disco, porque lo hago stop motion, cuadro por cuadro, como Hitchcock… Hago música con pedazos de películas. Las películas están casi todas en un mismo tono, como una canción. Supongo que se hace así para darles continuidad, que así como hay una continuidad visual, también hay una continuidad sonora. Uno ve The Producers, de Mel Brooks, y si le prestás atención a la forma en que están hablando, los personajes están rapeando. Con las peleas de Kill Bill por ejemplo, se pueden hacer sonidos de batería… y el ritmo también es inducible.
Sé que sos un fan, casi un devoto de Stanley Kubrick…
Es el Maradona del cine, es mi ídolo y lo admiro tanto como a John Lennon. Kubrick reinventa el cine. Es perfeccionista y tiene toda la película en su cabeza. Le hace firmar un contrato a la gente que trabaja con él: el que tiene una idea diferente de la suya se tiene que ir. Nadie se puede hacer el loco: es muy Say No More. Yo quiero hacer eso, pero la gente se siente usada, qué se yo… Yo adhiero a su teoría de las “unidades insumergibles”: él dice que cuando tenés seis o siete cachos muy buenos, los unís y tenés la película. Trasponés eso a la canción y tenés un disco. La visión de la humanidad que tiene Kubrick, además, es más o menos como la mía […]