“Qué elegimos: ¿evolucionar o extinguirnos?”. Mientras promediaba su set con Massacre, Walas, cual émpata digital, resumió con precisión el sentimiento de la primera edición del Cosquín Rock Online. A lo largo de dos días y tres recintos virtuales, la pregunta era un fantasma en la máquina; una tensión que ante butacas vacías y escenarios de dos dimensiones, estuvo siempre presente.
La evolución, que ya parece más ligada a extensiones del cuerpo y menos a un proceso biológico, se vio trunca con el encierro en pandemia. Ese fue el momento en el que, frente a la ironía de la tragedia, los poderes de la conectividad se volvieron en contra del ser humano.
Uno de los “problemas” que se presentan en Cosquín Rock es intentar abarcar todos los escenarios montados en el Aeródromo cordobés. En la virtualidad, armados de la habilidad casi sobrenatural de viajar de La Trastienda al Teatro Vorterix en segundo, los mortales se vieron detenidos en el espacio por la carne. Lo perdido, entonces, se sintió más obvio. Fue inevitable la nostalgia y pensar que, ahí donde los músicos cantaban a la nada, antes se podía escuchar a volúmenes insalubres. Donde el reverberar de los instrumentos aplastaba esternones. Donde el público solía estar tan apretado que parecía un único organismo vivo y donde el cuerpo humano se vivía como algo realmente infinito.
Imposible determinar si la extinción es un hecho o está en trámite. Mientras tanto, la resistencia, que bien podría ser un sinónimo de evolución, en algo se parece a un festival online.
Fuente: https://silencio.com.ar/criticas/shows/cosquin-rock-online-entre-la-evolucion-y-la-extincion-48502/