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De las tolozapas al garche

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La comunicación de un candidato o candidata no es sólo una enumeración de datos y argumentos: es, también, la producción de tensiones, deslizamientos y rupturas en los lenguajes. Victoria Tolosa Paz alterna ambas prácticas: por un lado, transita a toda velocidad por las palabras y los números; por el otro, usa frases “que sabemos todos”, extraídas del vocabulario guarro de los argentinos y argentinas. Es, por lo tanto, una candidata anfibia: utiliza los lenguajes técnicos del debate público pero, en simultáneo, rompe con el discurso burocratizado de la política a través del uso de las “malas palabras”. La candidata discute con Luis Majul a quien le dice “hablame como un periodista, no como un militante del PRO”. Antes le pregunta: “¿Sos un periodista?”. “No, claro, eh, por supuesto que soy periodista” – responde el operador mediático. Es decir: transcurren unos segundos en los que la identidad de Majul queda alterada. Debajo de los ropajes del “periodista independiente” ha aparecido la identidad del militante político. Tolosa Paz utiliza con eficacia los lenguajes de la polémica: el conductor televisivo que aparece cuestionando la inmoralidad de la política es puesto en evidencia como quien está despolitizando su identidad.En simultáneo, el doble apellido Tolosa Paz ya contiene las silabas exactas para que, con una leve alteración, se transforme en la marca de un calzado popular. Pura operación lingüística: “las tolozapas”. Un cambio en la entonación permitió un sorpresivo tránsito entre clases sociales, nombres y estilos. La comunicación suele consistir en producir disrupción allí donde a nadie se le ocurriría hacerlo: por ejemplo, extraer del interior del apellido Tolosa Pazla marca tolozapas.En otra entrevista, la candidata afirma: “Machirulos del orto me tienen los ovarios al plato”. Fue el antecedente de otra frase más famosa: “en el peronismo siempre se garchó”. Por supuesto, la discusión no es sobre el verbo garchar sino sobre cuánto es posible separar el discurso de un candidato del guión burocrático de la política. ¿Cuánto la política tiene que repetirse a sí misma o cuánto tiene que generar tensiones y disrupciones para ser escuchada? Hay un postulado iluminista que sostiene que en una campaña electoral sólo hay que discutir políticas. Los partidarios de esta idea apuestan por una productividad total del debate público: para ellos, se debe dialogar y polemizar todo el tiempo sobre cuestiones estructurales de la economía y de la sociedad. Por eso, tomar palabras del ámbito familiar o del intercambio entre amigos y amigas, cambiarlas de lugar, llevarlas desde lo privado a lo público, y utilizarlas en el campo electoral, suele ser visto como una banalización del debate. Sin embargo, este uso disruptivo de algunas palabras puede ser un medio que contribuya a politizar lo que está por fuera de la política, por ejemplo un sector de los jóvenes. Sobre todo porque los dos niveles, el de la argumentación sobre cuestiones estructurales y el de la disrupción del lenguaje, no tienen porque estar separados. Tolosa Paz ha hablado sobre “los machirulos del orto” y ha dicho que “en el Peronismo siempre se garchó” en simultáneo al desarrollo de sus discursos sobre la economía, el endeudamiento o el FMI. La comunicación de Tolosa Paz demuestra que la campaña del Frente de Todos alcanza sus mejores momentos cuando juega con las palabras, las combina, las cambia de lugar y las somete a operaciones retóricas. Allí donde le dicen que más se equivocó, a mi juicio, es donde la candidata más ha acertado. 

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/366098-de-las-tolozapas-al-garche

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