La carta de hoy, recibida por personas y empresas que no habían tenido contacto previo con Sadaic y firmada por la jefa de la División Inclusiones de la entidad, Sandra Reboredo, anuncia que «está vigente el régimen de uso de librerías musicales», incluyendo a «internet y redes sociales», adjuntando un documento que detalla los usos posibles. Según los tarifarios mencionados en el texto, el costo a abonar por usar una pieza musical descargada en el banco es el mismo al que corresponde si se utiliza una canción «tradicional», que varía entre los $ 1.190 y los $ 31.380 por año por cada obra.
La misiva despertó la alarma de los productores de contenidos para redes sociales. «No se entiende si solo le quieren cobrar a las grandes marcas o si quieren cobrarnos a todos aunque no tengamos ni dos mil suscriptores en YouTube», le dijo a Silencio un youtuber porteño. «Es cualquier librería y técnicamente cualquier uso», destacaron en una lista de correo de la industria publicitaria este mediodía, aunque remarcando que en la web «es más difícil el tracking«, o auditoría por parte de Sadaic, que en un medio offline.
Las cartas llegaron a los productores audiovisuales apenas un mes después del embate contra los shows en vivo por streaming, que había generado airados enojos entre promotores y managers. «Me sentí completamente estafado», le dijo Peter Ehrlich, responsable de la fiesta Bresh, a La Nación en mayo. «La Bresh emplea a 14 personas fijas todos los fines de semana y ni hablar de las 120 personas indirectas. No puedo sostener esa estructura si encima me quieren cobrar aranceles como estos».
Los comentarios en redes sociales y en los círculos de la industria llevaron a Sadaic a emitir nuevos comunicados explicando quiénes debían abonar los aranceles, que podían alcanzar el 12% de la facturación más 400 mil pesos, aclarando que se trataba de «una solución armoniosa» para evitar la «desprotección económica» de los autores y compositores.