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Por Ariel ‘Griot’ Prat *

Dice en un fragmento de aquellla poesa nclita del mexicano Juan de Dios Peza llamada «Rer llorando», ms clamorosamente conocida como «el Garrick»: «El carnaval del mundo engaa tanto/ que la vida son breves mascaradas/ aqu aprendemos a rer con llanto/ y tambin a llorar con carcajadas…»

En estos tiempos y a diez aos de la recuperacin de un feriado festivo por excelencia en el que calle y pueblo se manifestaron histricamente abrazades, a pesar incluso de prohibiciones esquivas a la alegra, se producir en un par de das, en todo el pas, una novedosa manera del festejo.

Habr que ver si cumple aquella vieja muletilla carnestolenda de la inversin de la realidad, o si los populares e indispensables -no tan breves- tapabocas suplantarn a las mscaras antiguas del imaginario como una mueca irnica de ingenio popular.

En Corrientes, segn Victor Turraca, quien protagoniza el carnaval desde hace veinticinco aos como director de batera de comparsas emblemticas, este ao se lo vive con «muchas sensaciones, ms digamos de tristeza”.

“No hubo ensayos en todo el ao, ni presentaciones, y como decimos ac, no hubo enchamigada: la juntada clsica de ensayo, y ni hablar la falta de carnaval…tristeza», dice Turraca.

Para Andres Pablo Cussi, recopilador e investigador cultural, gestor y difusor cultural del carnaval jujeo, la cosa no es tan distinta, reflexiona, porque «habr un carnaval con protocolos”. “En Humahuaca, despus de muchas reuniones, las comparsas y las instituciones locales decidieron no hacer el carnaval 2021. Slo se va a realizar una ceremonia por comparsa, en los mojones correspondientes, con un mximo de 20 personas. No pueden salir los diablos y tampoco hay invitaciones en las calles…Carnavales hay muchos, pero vida una sola», sentencia. Los cascabeles de sus maravillosos trajes esperarn para sonar masivamente a que el gato pandmico acabe, al fin, de maullar entre tintineos.

No cambia mucho la cosa, ni se enfra desde la Patagonia. As comenta la situacin Paola Barria, de la murga «Los Covacheros de Caleta Olivia». «La pandemia nos hizo trabajar mucho ms que en otros carnavales. Hasta los varones aprendieron a coser y tanto las chicas como los chicos se pusieron la mochila con la mquina de desinfeccin. La pandemia nos trajo unin y esfuerzo para el vecino de Caleta Olivia», cuenta mientras deja entrever el carcter de inclusin que la murga adquiri en estos aos como gnero ligado al carnaval, que traspasa tanto calendarios como prejuicios sociales adquiridos, patriarcales.

Y en el mapa carnavalero de la CABA las murgas y agrupaciones de carnaval decidieron postergar las actividades barriales previstas en los corsos, y recurrieron como compensacin a ocurrentes smbolos como los «murgales» (murales en cada barrio que cobija murgas y con sus colores), a banderines colgados en las casas o balcones. Agregaron actuaciones va «streaming», con originalidad, dispuestos a ensayar el intento de evadir a la profunda tristeza que la suspensin causa, sobre todo, en miles de murgueros y murgueras, como a vastos sectores de la sociedad portea que tambin lo disfrutan.

La imposibilidad de estar en las calles, que lejos de estar cortadas suelen estar atravesadas de arte y cultura popular, patrimonialmente intangible, vital.

Este ao asistiremos a la quietud de legendarios «bondis» murgueriles estacionados, poblados de ecos combinados, entre bombos, silbatos y cantos de irona. Las pilchas murgueras, esta vez, no colgarn de sus ventanillas, a la espera de la entrada a un corso, y la nieve se apretar vencida en un aerosol, a la espera de soltarse en el prximo carnaval. Ninguneado, gentrificado, estigmatizado, prohibido y desconocido, a pesar de ser un reservorio vital, natural, y por ende patrimonial, de nuestra cultura ancestral.

Hay que aceptarlo.

En este febrero al fin no habr, ni en la ciudad ni en tantos lugares del pas, el festejo del arte callejero por excelencia: el Carnaval.

Otro poeta, Johann Wolfgang von Goethe, citaba: «El carnaval no es una fiesta que se le concede al pueblo sino que es el pueblo que se la concede a s mismo».

El carnaval del mundo, en definitiva.

Me siento, entonces, de musculosa y mate, con la silla al revs, en el umbral de casa, barbijo colocado, con la imaginacin al poder y el poder de la imaginacin, mientras miro desfilar con entusiasmo al futuro y no con futuro al entusiasmo. Ya van dos pandemias seguidas y reptando nos tocaron en falsa retirada.

Que la vacuna al coronavirus truene como un bombo murguero en las calles de nuestra sangre.

Es la receta que firma, y en la que leemos, que hay futuro.

Y otro carnaval por delante, que destierre con ritmo a esta turra tristeza pandemnica.

Besos de esquina y abrazos de cancha.

*Msico, escritor, docente y murguero

Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202102/544555-mascaradas-y-barbijos.html

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