OPEN HOUSE, LA EXPERIENCIA QUE RECORRE LOS TESOROS PÚBLICOS Y PRIVADOS DE LA ARQUITECTURA PORTEÑA

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Foto: Prensa

Después de dos años con versiones acotadas por la pandemia, el sábado 1° y el domingo 2 de octubre volverá a celebrarse una nueva edición de Open House, el festival de arquitectura y urbanismo que a diez años de su creación abrirá las puertas de más de 160 espacios de gran valor arquitectónico y patrimonial para que el público pueda asomarse a la belleza de edificios monumentales y al interior de viviendas familiares que dan cuenta de nuevos modos de habitar que hoy no pueden desentenderse del impacto ambiental y los problemas habitacionales de la Ciudad de Buenos Aires.

La iniciativa surgida en Londres hace tres décadas, que hoy se replica en las principales ciudades del mundo, cumple una década en Buenos Aires y lo celebra con una edición que es la más grande de toda su historia, una manera de hacerle a honor al regreso en su formato original, masivo y presencial, después de los dos últimas versiones restringidas de pandemia: la oferta alcanza esta vez a 169 espacios que se podrán recorrer durante dos días en visitas guiadas por 817 voluntarios.

El Palacio Heinlein, el Barrio Parque Los Andes, la galería Güemes, la Auditoría General de la Nación, el innovador diseño del arquitecto inglés Norman Foster donde funciona la sede del gobierno porteño, el edificio del diario La Prensa, el Banco Hipotecario (Ex Banco de Londres), la Asociación Argentina de Cultura Inglesa, el Casal Catalunya, el Hipódromo de Palermo y una amplia diversidad de casas particulares forman parte del catálogo disponible este año, que ofrece la posibilidad de acceder a algunos tesoros arquitectónicos a pie o en bicicleta a partir del programa Open Bici, que propone circuitos guiados con temáticas especiales que abarcan desde la arquitectura al diseño, pasando por la historia, la trama urbana y la literatura.

Tras dos años con versiones acotadas por la pandemia

«Los dos años de pandemia fueron de reflexión en muchos aspectos y en el caso de Open House fue un poco un refugio donde nos seguimos reencontrando y pensando que íbamos a regresar con un formato que nos permitiera seguir creciendo en cantidad y calidad. Siempre buscamos generar una oferta diversa para un público que es muy heterogéneo, sobre todo porque en la Ciudad la agenda urbana es muy rica», destaca la arquitecta Elisa Rocca, una de las organizadoras, en diálogo con Télam.

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«Estos años de restricción sanitaria nos permitieron probar un nuevo formato como los recorridos virtuales que propusimos en la edición de 2020, aunque claramente el espíritu de la propuesta es poder generar una experiencia viva adentro de esos espacios: recorrer, permanecer un rato, conversar con otros e ir construyendo un conocimiento sobre la arquitectura -precisa-. Volvimos con la idea de incorporar al catálogo otro tipo de espacios que tienen que ver con la idea de piezas urbanas, como cementerios o intervenciones en barrios populares, no solamente edificios».

La pregunta acerca de cómo habitamos los espacios fue siempre un foco de indagación persistente en las ciencias sociales pero desde la pandemia desatada en 2020 adquirió una inevitable relevancia doméstica con motivo de la no escisión de espacios entre la vida privada y la laboral que durante estos años generó hábitos nuevos, empujó a desarrollar inéditas habilidades y sepultó para siempre algunas costumbres.

Las grandes ciudades recuperaron en parte su paisaje vibrante de oficinas atestadas, pero la inquietud por replantear los modos de habitar una casa siguen vigentes, al servicio incluso de una trama mayor que requiere reformular usos y costumbres para frenar la catástrofe ambiental que está entre las principales urgencias de la agenda.

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En esa línea, Open House recoge lateralmente parte de las tensiones actuales que atraviesan la escena social y la traslada a un catálogo que le hace lugar a estas preocupaciones.

«Lo ambiental, lo sustentable, es este año uno de los diez ejes temáticos que estamos trabajando. Creemos que la construcción de edificios es el mayor impacto que los seres humanos hacemos sobre el medio ambiente y entonces tener conciencia sobre lo que construimos es relevante -cuenta a Télam el arquitecto Santiago Chibán, otro de los organizadores de la propuesta- Que los edificios sean también parte del ahorro energético, del agua y de todas las cuestiones que tienen que ver con colaborar para no aumentar esta crisis ambiental, son temas que tenemos que conocer tanto los arquitectos como los ciudadanos, para que cuando exijan sus viviendas sean conscientes de esto».

«Hay muchos espacios de los que seleccionamos este año que abordan este tema, por ejemplo el edificio de posgrado de la Universidad de Morón y Casa Scout, la nueve sede corporativa del Banco Santander, así como algunos otros que abordan desde su diseño y construcción la temática de la sustentabilidad. Además vamos a hacer a un recorrido por la planta de reciclaje de la ciudad de Buenos Aires para mostrar cómo es el proceso», explica.

La propuesta de la décima edición

En esta décima edición, Open House Buenos Aires propone expandir la discusión sobre la rehabilitación de los centros urbanos, la relación con el agua y otros recursos naturales, los espacios educativos, el diálogo entre la infraestructura y los espacios verdes, así como el transporte público, los espacios de trabajo, las terrazas urbanas y la sustentabilidad.

«Además de repetir mucho de los edificios que venimos mostrando en ediciones anteriores, este año hicimos hincapié en algo que llamamos ‘Patrimonio futuro’, que fuimos trabajando con la Bienal de Arquitectura -que coincide en fecha con Open House- y que se refiere a los edificios contemporáneos, a los ejemplos arquitectónicos que se están construyendo hoy y que consideramos que van a ser el patrimonio del futuro», indica Chibán, integrante de CoHabitarUrbano, una asociación civil sin fines de lucro creada con el propósito de fomentar el vínculo creativo entre la ciudad y su gente.

«Principalmente, mucho de los ejemplos que estamos sumando este año también tienen que ver con espacios privados, de vivienda. El año pasado tuvimos una edición de transición de la pandemia que tenía espacios más públicos y abiertos, todavía cuidándonos por la situación sanitaria, y este año decidimos volver a reforzar viviendas particulares que normalmente no están abiertos al público y que son los que los visitantes más requieren en este tipo de eventos».

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Si bien en la actualidad parecieron quedar atrás algunos de los planteos más radicales que se hicieron en la pandemia y que llevaron a muchos a abandonar la vida en zonas urbanas concentradas para desplazarse a zonas más despobladas, muchas oficinas no recuperaron sus territorialidades y en algunos casos ese retorno al espacio se produjo de manera parcial y por lo tanto el disponer de un espacio relativamente acondicionado en los hogares siguen siendo importantes.

¿Cómo impacta esta escena en los diseños que actualmente salen de las usinas creativas de los estudios de arquitectura? ¿Se construye a futuro contemplando otros hipotéticos escenarios de pandemia?

«No sé si se construye para nuevos escenarios de pandemia incorporando la experiencia de lo que pasó en pandemia sino que reflexionar sobre estas ideas apunta a tener una mejor calidad de vida porque estos temas ya existían y solo se les puso más el ojo durante ese período. Si estos conceptos de empiezan a contemplar cada vez más a la hora de diseñar, seguramente vamos a estar atendiendo cuestiones que ya existían», reflexiona Rocca.

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«Quizá en la pandemia lo que se vio fue un gran cambio respecto de mucha gente que tenía separada su vida cotidiana, familiar y reproductiva de la vida laboral, que realizaba en otro espacio bien diferente. Por otro lado esta cuestión de los espacios exteriores propios, sobre todo en las grandes ciudades donde las viviendas están concentradas en menos metros cuadrados y necesitamos ese respiro diferente, también siempre anduvo dando vueltas en la arquitectura -matiza la arquitecta-. Muchos de los ejemplos que se muestran en Open House demuestran cómo hay una búsqueda de ese espacio exterior, que puede ser verde o no. Hoy está mas en agenda la convivencia entre el espacio productivo y el reproductivo».

Chibán coincide con el diagnóstico: «Fuimos detectando en los edificios que fueron apareciendo en el último año, la importancia de los espacios exteriores: las expansiones -balcones, terrazas, patios- como lugar adicional en las viviendas particulares es un tema que siempre estuvo presente en la arquitectura pero cobra mucha más fuerza después de haber atravesado la pandemia y haber reconocido la importancia de tener los espacios no solamente iluminados y bien ventilados sino también de tener la posibilidad de tener actividades al aire libre».

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Este año casi la totalidad de los edificios podrán recorrerse sin inscripción previa. Los visitantes podrán buscar en la web -http://www.openhousebsas.org- información de cada edificio (dirección, día y hora en la que estarán abiertos al público y una descripción); aunque la mayoría de los espacios no requerirán inscripción, varios tienen cupos limitados. En todos los casos será imprescindible presentar el DNI.

Para los caminantes, la actividad recomendada es Camina Buenos Aires, una experiencia que propone itinerarios innovadores, fuera de los circuitos convencionales que invitan a los participantes a conocer de otra manera la arquitectura, la cultura y la historia de Buenos Aires, para distinguir, según adelantan los organizadores, «esos pequeños detalles que de otra forma, muchas veces, no percibimos».

La inscripción para los pocos edificios que si requirieron inscripción se realizó el 20 de septiembre y agotó los cupos en escasos minutos.

Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202209/605710-open-house-tesoros-publicos-privados-arquitectura-portena.html