El desafo del teletrabajo vena ganando adeptos y ya haba muchas empresas, sobre todo las ms modernas y tecnolgicas, que ofrecan esa posibilidad a sus trabajadores. Pero la pandemia nos arroj a casi todos a esta modalidad. Lo cierto es que la fusin de la vida laboral en el espacio familiar fue una pesadilla: falta de infraestructura, de espacio, sin conexin buena a internet, con interrupciones casi constantes sobre todo para las familias con nios pequeos, fueron la realidad de millones de trabajadores alrededor del mundo.
Se comenzaron a debatir leyes de teletrabajo en todo el mundo, y algunas siguen en debate. Pero, cunto de esto va a quedar post pandemia? Lo cierto es que el ahorro de costos sideral por parte de las empresas y la comodidad para muchos trabajadores hacen que el modelo de teletrabajo se imponga por sobre el tradicional. Una encuesta de la Fundacin Foro Sur indica que el 84% de las mujeres encuestadas prefieren teletrabajar en modalidad total o mixta por sobre la presencialidad total. Y 8 de cada 10 empresas continuarn con la modalidad segn confirman estudios. Todo parece indicar que se afianza un modelo de trabajo que requiere de cuidados para que no se pierdan derechos. En la Argentina la reciente ley de teletrabajo intenta dar un marco normativo que otorgue a los trabajadores infraestructura y derechos a fin de que la modalidad no devenga en situaciones de abuso que lleven a los trabajadores a poner recursos propios en pos de lograr espacios de trabajo aptos. Pero, y la salud mental? La pandemia invisible de sndrome de agotamiento crnico que estamos sufriendo a nivel global no se soluciona ni con infraestructura ni con mejor conexin. En Argentina el derecho a desconexin digital incorporado en la ley intenta dar una respuesta a esta realidad, comenzando a organizar las comunicaciones y separando y respetando los momentos del da para que exista descanso real. Pero en otros pases del mundo ni se debate esta realidad que afecta a millones de trabajadores globalmente. Mensajes, llamados, videollamadas, teleconferencias, reuniones virtuales, mails y una catarata de hiperconectividad que no cesa.
Si el teletrabajo lleg para quedarse, necesitamos como sociedad organizar no solo sus reglas de juego, sino sus momentos y modalidades de comunicacin. No podemos permitir que una pandemia de agotamiento mental azote al mundo una vez que termine el Covid-19. Sobre todo porque es silenciosa y no existe vacuna para eso. Pelear por la soberana del tiempo libre se debe volver la nueva lucha global de los trabajadores.
*Por Sofa Scasserra, economista, docente e investigadora del Instituto del Mundo del Trabajo “Julio Godio”, de la Universidad de Tres de Febrero (Untref).