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Una relación personal con D10S – Télam

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Mariano Schuster (@schusmariano)

“No me importa lo que hizo Maradona con su vida, me importa lo que hizo con la mía”. Así se construyen los Dioses. Aunque algunos distingamos mayúsculas de humanos, amor de exageración. Y si hubo uno que fue el Dios que se hizo hombre, hubo hombres a los que otros hombres hicieron Dios. Y si uno tenía el poder sobrenatural de convertir el agua en vino, el otro, de hacer de un gol un acto incomprensiblemente bello. Uno era capaz de devolverles la vista a los ciegos. El otro, de enceguecer con sus piruetas a los que ya veían. Los dos hicieron felices a los humildes. Los dos liberaron a los quebrantados de corazón. Los dos anunciaron buenas noticias a los pobres.

Diego, como aquel otro, fue negado muchas veces. Tuvo sus Pedros. También sus Judas. Tuvo y tendrá sus Pablos. Lidiará, como lidió durante todo el tiempo que duró su ministerio, con el manoseo que hagamos de él. Quizás por eso sobrepasa a toda Iglesia, incluso a la Maradoniana con sede en Rosario. Sobrepasa sus mandamientos y sus altares. Sobrepasa sus imágenes, sus oraciones y sus himnos. Excede la estructura de cuatro paredes, de un cura o un predicador y de unos fieles exigentes que siguen rigurosamente un culto con normas y rituales. El templo de Diego, como el de Dios, está en nosotros. “Somos los hombres huecos”, decía Eliot. Ahí andamos, llenándonos. Si algo tenía -tiene- es el don de la ubicuidad: vive en cada uno de muchas maneras. Propicia un culto ecuménico. Una pasión laica.

En la democracia, en la economía de mercado, en la desigualdad, en la crisis permanente, ¿cómo y de dónde armamos un Dios? Alguien dijo hoy una frase excesiva, como todas estas que ahora yo también escribo. Dijo: “Fue el mediador que nos testimonio lo divino y la gracia”. Atravesó su calvario. Y fue también nuestro cordero.  Nunca pudimos borrar el pecado de nuestras vidas. A cambio de la felicidad entregada, decidimos borrarlo de la suya. Nuestro D10S era humano. El anverso de la santidad y la divinidad. Pecador y luchador, incapaz de frenar. Y, por eso, uno de los elegidos por el otro.

Hoy hay tragedia en el mundo. La sensación de orfandad y de muerte pesa sobre los liberados. Quizás en tres días resucite y se muestre frente a algunos elegidos. Si no lo vemos, no dudemos. Sigamos relacionándonos con él. No lo busquemos en el cementerio, sino en la cancha y el recuerdo. ¿Por qué buscar entre los muertos a aquel que está vivo?


Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202011/536666-una-relacion-personal-con-d10s.html

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