En una noche helada de julio La Renga volvió a pisar fuerte la Ciudad de Buenos Aires y encendió el Estadio Tomás Adolfo Ducó con un recital arrollador que duró casi tres horas. Después de ocho años sin tocar en Capital, el trío de Mataderos ofreció un espectáculo memorable ante más de 40 mil personas que colmaron Parque Patricios.
El show del sábado 5 de julio marcó el cierre de la trilogía de recitales que la banda brindó en Huracán, en el marco de su Gira Documental “Totalmente poseídos”. Como es habitual, el ritual rengo comenzó temprano: desde las 17 horas, miles de fanáticos coparon las inmediaciones del estadio con banderas, bombos y remeras al viento, desafiando el frío con pasión.
Un setlist explosivo y emotivo
El concierto arrancó con toda la potencia de “Tripa y corazón” y “Buena ruta hermano”, y recorrió un repertorio que mezcló clásicos inoxidables con joyas poco frecuentes y estrenos recientes. Canciones como “Panic show”, “El final es en donde partí” y “Hablando de la libertad” se corearon como himnos, mientras que la vuelta de “Llenado de llorar” (que no tocaban desde 2012) generó uno de los momentos más celebrados de la noche.
También hubo lugar para temas del nuevo documental, como “Ese lugar de ninguna parte” y “Buena ruta hermano”, que muestran la vigencia creativa de la banda. La lista superó las 30 canciones y mantuvo la intensidad de principio a fin, con arreglos en vivo enriquecidos por una sección de vientos y la participación destacada de Manu Varela en armónica y saxo.
Chizzo, el mensaje y la libertad
Carlos “Chizzo” Nápoli, líder y voz de La Renga, se mostró enérgico y comprometido, y dejó una de las frases más comentadas de la noche. Con una mezcla de sarcasmo y crítica, lanzó al micrófono: “Hay un tirano que me robó el león… Perdón, se me confundieron los temas. ‘Panic Show’”,haciendo una clara alusión al uso político de esa canción por parte del presidente Javier Milei en campañas pasadas. La ironía no pasó desapercibida: el estadio estalló en aplausos y silbidos, y acto seguido comenzó a sonar una de las piezas más potentes del repertorio rengo.
Una fiesta que derritió el frío
La puesta en escena fue colorida y efectiva: luces precisas, pantallas envolventes y una sonoridad poderosa que no dio tregua. Pero el verdadero fuego estuvo en la conexión entre banda y público. En el baldío del Ducó, la hermandad renga volvió a reunirse como en los viejos tiempos, cantando cada tema como si fuera el último.
Fue más que un recital: fue un reencuentro esperado, un desahogo colectivo y una noche de resistencia rockera. Porque cuando La Renga toca, no importa el clima ni el contexto.
Siempre hay banquete.
Cobertura de Mica y Eli de @emaphotoshoot para Om Radio






































