Viernes a la noche y La Mancha de Rolando volvió al Teatro Vorterix para repasar Viaje, uno de sus discos más conocidos. El público acompañó en buen número, y el show arrancó pasadas las 21 con una lista pensada para activar la nostalgia.

La banda arrancó fuerte con “Calavera” y “Melodía simple”, y desde ahí mantuvo un ritmo firme entre clásicos del disco homenajeado y otros temas que vienen funcionando hace años en la lista. El sonido acompañó, sin desbordes ni altibajos, y la banda se mostró sólida en su formato actual.
La puesta fue sobria, sin demasiada parafernalia, apostando más a la música que al show visual. Manuel Quieto sostuvo el frente con solvencia, y los músicos acompañaron con profesionalismo, sin sobreactuaciones ni momentos forzados.
Sobre el final, llegaron los temas que todo el mundo esperaba. “Arde la ciudad”, “La canción del soldado” y algunos guiños a clásicos de rock nacional cerraron un show que funcionó como repaso y reafirmación, más que como intento de reinvención.
Balance general: una noche que entregó lo que prometía, sin disfrazarlo de otra cosa. La Mancha sigue girando, reconfigurada, y su gente sigue estando ahí. El pasado pesa, pero no los detiene.
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